No se sabe a ciencia cierta cuándo y cómo nació, lo que es casi seguro que fue obra de un vidriero inspirado, enamorado de ese material tan noble y dúctil que es el cristal y que, en sus ratos libres, se puso a fantasear.
Es así como nacieron y siguen naciendo cientos de objetos de arte, tal es así que en la ciudad alemana de Nassau existe un museo especializado en piezas de cristal, donde el pisapapel (sulfuro) ocupa el lugar principal entre los productos exhibidos.
Al pisapapel, en épocas no tan lejanas se le daba el uso que su nombre indica. Hoy en día es un objeto de adorno y/o motivo de ansiedad de los coleccionistas por conseguir una pieza distinta.
Se encontraron en Palestina, pisapapeles que datan de 400 a 600 años antes de Cristo, de diseños rudimentarios y predominan en ellos los colores verde y azul.
Hoy en día, con tecnología avanzada hay una amplia gama de colores disponibles, las posibilidades de crear son inmensamente mayores.En principio, existen dos maneras de “decorar” un pisapapel. La primera es aplicar la decoración en la superficie de la pieza, y la segunda es: con motivos incrustados dentro de la masa de cristal. Son famosos los “Millefiori”, cuyo origen es Murano, y que consisten en cientos de rodajas de distintos colores y diseños, unidas y encerradas dentro del cristal, o pueden ser simples burbujas de aire dirigidas o irregulares en tamaño y ubicación, o flores o figuras, etc.
Muy importante es también que los colores se utilicen para la decoración de los mismos, tengan el mismo coeficiente de dilatación, pues en caso contrario, la pieza estallaría al enfriarse.
Como último paso, una vez terminada la pieza en el horno, se la coloca en otro horno especial para “destensionarla” o comúnmente llamado templado, proceso que dura aproximadamente 48 horas hasta su enfriado a temperatura ambiente.
Sólo queda entonces el acabado final, que consiste en el pulido y afilado de su base para lograr la estabilidad y apoyo necesario para que el pisapapel cumpla así su función.